El muy desgraciado se llama Noé. Me convenció de tener relaciones con él, y yo de bruta accedí. No puedo creerlo aún. Tengo que admitir que aunque la idea me sonaba atractiva, en realidad lo hice para que mi papá, que tiene sus muchas mujeres, lo viera como lo veo yo; pero ahora creo que si se entera me mata. De verdad. Lo creo capaz de apedrearme a mí y al bruto de Noé. Y lo que más me duele es que todo lo que me había imaginado de ese momento fue pura mentira. No fue mágico ni maravilloso; es más, incluso es un mal recuerdo. Una pesadilla. Me siento sucia, y encima de eso, usada. Tal vez eso es lo que más me duele: el haber sido usada… manipulada por mi padre y usada por Noé.
Ahora tengo que lidiar con otro problemón. Jamás imaginé que con una sola vez pudieras quedar embarazada. ¡UNA SOLA VEZ!... y ni siquiera me gustó. De ahora en adelante, aparte de los pañales, biberones y las broncas de dinero, ¡no tengo tiempo para disfrutar con los de mi edad! La vida es un asco. Y cuando crees que todo va mejorando porque el “bebé” (Roberto, igual que mi papá) deja los pañales, pues te topas con la sorpresa de que comienza a caminar y que no le puedes quitar la vista un solo segundo porque todo agarra, grita, patalea, etc., y en poco tiempo se vuelve un adolescente, y ¿qué pasa si sigue mis pasos? ¿Si embaraza a una chica y luego tiene que repetir este infierno una y otra vez? ¿Cómo le dices a un hijo que no cometa el mismo error que tú, cuando a él es al que consideras el error? ¿Cómo educar a un hijo si tú misma no fuiste encaminada?
Lo único bueno de todo esto tal vez sería el tener a una persona nacida de tu propia sangre, que te llama “mamá” y que te considera lo más importante en este planeta. Que ha salido adelante gracias a tu guía y que te llena de orgullo con cada movimiento que hace…
– Negativo.
– ¿Qué? –pregunté repentinamente sacada de mis pensamientos.
– Negativo. No estás embarazada. ¿Estas cosas sí serán seguras? –preguntó Miriam, mi mejor y única amiga.
– No lo sé, pero no quiero averiguarlo en una segunda ocasión. No quiero volver a ver a Noé nunca. –le dije, y tras esto, guardé silencio. No quería que Miriam notara hasta dónde me había llevado mi imaginación en esos dos minutos que tardó la prueba en arrojar el resultado. Y no quería que lo notara, porque a pesar de que me sentía aliviada, también añoraba ya al hijo que aún no había nacido.
Ahora tengo que lidiar con otro problemón. Jamás imaginé que con una sola vez pudieras quedar embarazada. ¡UNA SOLA VEZ!... y ni siquiera me gustó. De ahora en adelante, aparte de los pañales, biberones y las broncas de dinero, ¡no tengo tiempo para disfrutar con los de mi edad! La vida es un asco. Y cuando crees que todo va mejorando porque el “bebé” (Roberto, igual que mi papá) deja los pañales, pues te topas con la sorpresa de que comienza a caminar y que no le puedes quitar la vista un solo segundo porque todo agarra, grita, patalea, etc., y en poco tiempo se vuelve un adolescente, y ¿qué pasa si sigue mis pasos? ¿Si embaraza a una chica y luego tiene que repetir este infierno una y otra vez? ¿Cómo le dices a un hijo que no cometa el mismo error que tú, cuando a él es al que consideras el error? ¿Cómo educar a un hijo si tú misma no fuiste encaminada?
Lo único bueno de todo esto tal vez sería el tener a una persona nacida de tu propia sangre, que te llama “mamá” y que te considera lo más importante en este planeta. Que ha salido adelante gracias a tu guía y que te llena de orgullo con cada movimiento que hace…
– Negativo.
– ¿Qué? –pregunté repentinamente sacada de mis pensamientos.
– Negativo. No estás embarazada. ¿Estas cosas sí serán seguras? –preguntó Miriam, mi mejor y única amiga.
– No lo sé, pero no quiero averiguarlo en una segunda ocasión. No quiero volver a ver a Noé nunca. –le dije, y tras esto, guardé silencio. No quería que Miriam notara hasta dónde me había llevado mi imaginación en esos dos minutos que tardó la prueba en arrojar el resultado. Y no quería que lo notara, porque a pesar de que me sentía aliviada, también añoraba ya al hijo que aún no había nacido.
Peritos.
En esta ocasión basé el personaje en un personaje de una obra de teatro titulada "Cosas de muchachos". El personaje es una adolescente, hija de un padre machista que la tacha de prostituta si utiliza faldas por encima de la rodilla, que cursa la secundaria y queda embarazada por un encuentro sexual con un compañero de la escuela. En el cuento, la historia la modifiqué para que el embarazo no ocurriera.
La idea del cuento es doble: primero mostrar la ambivalencia que tiene la mente al procesar una idea, yendo de un extremo al otro sin considerarlos contradictorios (aunque lo sean); y posteriormente plasmar todo el proceso mental que a veces nos quita tiempo y energía, y que nos sumerge en una historia que no ha sucedido o, peor aún, que jamás sucederá.
La idea del cuento es doble: primero mostrar la ambivalencia que tiene la mente al procesar una idea, yendo de un extremo al otro sin considerarlos contradictorios (aunque lo sean); y posteriormente plasmar todo el proceso mental que a veces nos quita tiempo y energía, y que nos sumerge en una historia que no ha sucedido o, peor aún, que jamás sucederá.
1 comentario:
Buen cuento. Bien manejado el conflicto y el personaje.
Publicar un comentario